Desde que comenzó la
aventura por la la declaración de la Alpujarra como Patrimonio
Histórico de la Humanidad hemos desarrollado diferentes
percepciones.
En principio, ¿quien
puede estar en contra de que se reconozca las peculiaridades y
singularidades de la tierra en la que hemos nacido? Pues,
evidentemente...., nadie. Sin embargo, este tipo de
reconocimientos nos generan ciertas dudas e inquietudes, y sobre todo
nos plantean muchos interrogantes.
Conocemos bien la
repercusión que tuvo otro tipo de reconocimientos anteriores, como
la declaración de parte de la Alpujarra como Bien de Interés
Cultural o la declaración como Parque Natural. Sabemos que a este
tipo de “declaraciones” indefectiblemente les acompaña
posteriormente el consiguiente desarrollo normativo. Y es
precisamente aquí donde se generan más dudas.
Sabemos que con la
declaración BIC se establecieron mecanismos de protección de
aquellos elementos singulares que formaban parte de la arquitectura
tradicional alpujarreña. Fue necesario desarrollar las
correspondientes ordenanzas urbanísticas que regularon la tipologia
de las nuevas construcciones y de los materiales a utilizar.
Produciéndose circunstancias tan curiosas, como que se delimite las
alturas permitidas, el tipo de cubierta en las edificaciones, los
materiales autorizados en las obras, etc.. Por poner un solo ejemplo,
en la zona BIC no está permitido la instalación de ventanas de
aluminio tienen que ser irremediablemente de madera (recordemos que
en Cádiar existen varias carpinterías metálicas que trabajan muy
bien las ventanas y puertas de aluminio que simulan la madera).
Otro de lo efectos no
deseados de la declaración BIC de la Alpujarra fue la burocracia
añadida. El otro día comentaba un alcalde alpujarreño que para la
simple tramitación de un expediente urbanístico de licencia de
obras se llevaba de seis meses a un año puesto que había que
recabar los correspondientes informes de Cultura para poder conceder
la licencia de obras.
Con todo esto no
queremos decir que estemos en desacuerdo o en contra de la
declaración de la Alpujarra como Patrimonio Histórico de la
Humanidad, simplemente queremos resaltar que han faltado
explicaciones a los vecinos y a nuestro propio grupo político en el
ayuntamiento.
La propuesta se trajo
para ser debatida en un Pleno en el que nos abstuvimos ambos grupos
(PP y PSOE) y no volvimos a tener noticias del asunto hasta que la
Diputación y la Universidad presentaron oficialmente la propuesta.
Nadie se ha tomado la molestia de explicarnos en que medida puede
incidir la declaración desde el punto de vista del desarrollo
turístico y urbanístico en la zona. Nadie se ha tomado la molestia
de aclararnos en que consistirá el posterior desarrollo normativo.
Nadie se ha tomado la molestia de aportar algún estudio comparativo
de como ha incidido la declaración en otros lugares desde el punto
de vista del desarrollo económico. Nadie se ha tomado la molestia de
informar debidamente a los vecinos de las repercusiones que puede
acarrear la declaración (repercusiones positivas y negativas).
Parece que hay mucho interés por parte del PP y de la Diputación
por colgarse la medalla cuanto antes. Cuando éste debería de ser un
proyecto que aunara voluntades no solamente entre las diferentes
administraciones y los diferentes partidos políticos sino
fundamentalmente entre la mayoría de los vecinos alpujarreños.
Nuestra percepción es
que la declaración de patrimonio histórico implicará mecanismos de
protección para salvaguardar aquellos elementos singulares que
forman parte de nuestro patrimonio histórico, cultural y natural.
Por poner algunos ejemplos, los huertos tradicionales, la red de
acequiaje, elementos arquitectónicos típicos alpujarreños (los
cortijos, los terraos o cubiertas de launa, los tinaos, las paratas y
balates de piedra, las fuentes y las albercas, los molinos de agua, las almazaras, etc..). Desde
nuestra perspectiva nada que objetar a que se establezcan medidas de
control y protección de todos estos elementos singulares que forman
parte de la cultura tradicional alpujarreña. No en vano tenemos la
obligación de proteger todo ese acerbo cultural que hemos heredado,
pero todo esto no tiene porque ser incompatible con el desarrollo
económico, el desarrollo industrial y el desarrollo urbanístico que
requiere la zona. Tampoco estaría de más que se informara de
las repercusiones de la declaración a los vecinos, a las
asociaciones culturales, a las comunidades de regantes y a todos
aquellos que puedan verse afectados por la declaración.
Centrémonos ahora en
nuestro municipio. Según se nos ha explicado la declaración de
Patrimonio Histórico de la Humanidad afectará propiamente al
entorno y al núcleo urbano de Narila, el resto del término
municipal de Cádiar entraría en una catalogación diferente, según
se nos comentó seríamos “zona de amortiguamiento”.
¿Qué quiere decir esto? Pues que la declaración como
patrimonio histórico sólo incluiría el entorno y el núcleo urbano
de Narila. Lo curioso del tema
es que lo que no se descarta desde la administración es que el
posterior desarrollo normativo que irremediablemente acompañara a la
declaración no termine también afectando al resto del término
municipal. Es decir, que aunque al resto del municipio no
se nos reconozca como patrimonio histórico si es bastante probable
que suframos sus consecuencias.
Plaza y fuente de Narila. |
Dibujo diseñado por Colin Bertholet |
Imagen en perspectiva de Narila y Cádiar |
Al
hilo de todo esto, si nos produce cierta perplejidad la ejecución de
una subvención dentro del plan Encamina 2 de la Junta de Andalucía
que se está impulsando en estos momentos por el ayuntamiento de
Cádiar en el camino de Narila. En esta subvención se
contemplaba el ensanche y el arreglo del camino procediendo a la
construcción de diferentes muros de mampostería en los laterales
del camino. Lo que nos llama la atención en la ejecución de los
muros es que mientras que en algunos de ellos se está utilizando
piedra de pizarra imitando los balates tradicionales de la Alpujarra,
en los otros muros se ha recurrido a hormigón y a piedra de cantera amarilla. Es decir, que mientras que por un lado defendemos el
reconocimiento de los balates de pizarra como elementos singulares de
la arquitectura tradicional alpujarreña por otro lado impulsamos la
construcción de muros que nada tienen que ver con nuestras raíces
culturales.
Muro piedra de cantera amarilla |
Muro tradicional de piedra de pizarra |
Estarán con nosotros en que no deja de resultar algo
incongruente.